A veces me someto al engaño de tardar tiempo en elegir un buen outfit, y comprarlo... Y vestirme lo más divina posible, y maquillarme para tapar el cansancio de haber ido cuatro horas a la facultad y trabajado ocho, y estar saliendo ese mismo día. Y le pongo una máscara a mi cansancio llenandome la boca de chistes, y frases alegres... comentarios positivos, otros no tanto, mucha atención cuando me encantaría estar tapada hasta los ojos durmiendo en mi cama y comentarios acerca de Pirulo o Mengana, que no me interesan en lo más mínimo, a fin de charlotear y sentirme un ser sociable.
No soporto toda esa máscara. ¿Acaso el mundo no sería mejor si la tabla de planchar no se pusiera sus tetas plásticas, la gordita fuera gordita y no sufriera con liposucciones, la fea se sintiera bien con su fealdad por ser una excelente persona y no tener que competir con las eximias y expertas reinas de la farsa? ¿Qué tal si los hombres pudieran ver más allá de todas esas cosas? Y por supuesto que las mujeres también, porque sincerándonos... a quién le gusta el chico simpático, pero bueno... si se haría tal cosa sería un caño... lo quiero como amigo.
O será que está bien, que la ley de Darwin se aplica a cualquier situación de la vida cotidiana y... lo siento amiga, pero si querés ser top, osada, linda, simpática, perfecta y demás, tenés que morirte de hambre por lo menos desde septiembre, y matarte en el gimnasio porque sino, despierta! NO HAY CHANCE!
Cómo disfruto de estar tirada en mi casa en el sillón, toda rotosa, recién salida de una ducha reparadora... con mi pantalón de gimnasia del colegio (lo terminé hace dos años) , una remera asquerosamente vieja, de esas que sólo sirven de pijama, y mi novio que así y todo me dice que soy linda el muy embustero.
Creo que eso es lo que cuenta. A modo anecdótico, personalmente me pasó que en una primera cita con una persona que me interesó muchísimo y por la cual podría haber hecho cualqueir cosa tranquilamente, me sucedió que no quería dejar "baches" esos silencios, que amo... disfruto junto a una persona cuya compañía me es grata, pero para el resto del mundo suelen ser incómodos y llenan con frases muchas veces sin sentido agradecidas y festejadas por el interlocutor como si fueran lo mejor que escuchó en su vida. Puedo jurar que hablé TODA la noche, reí, fui sagaz y extrovertida. Nunca más salí con él. Un amigo en común una vez me contó que le dijo que sentía que hablaba demasiado.
31.10.11
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