22.10.10

Bueno, voy a hacer una comparación cursi, de esas que podés encontrar en las páginas de los libros de autoayuda o en links para gente de ese estilo que no soy. Pero qué verdad.
Hoy pensaba en las relaciones humanas, con lo poco que le atrae ese tema a la futura odontóloga, y en cómo uno va mutando, cambiando su forma de ser de acuerdo a los sucesos que ocurren con las otras personas.
Y no sabía cómo explicar a lo que iba, cómo dejar claro el significado de este pensamiento... inicialmente uno es lo más sensible y vulnerable a todo, lo más genuino... uno es como la piel de un bebé; suave, pero frágil. Al principio la pie está muy expuesta, y cualquier mínima alteración daña, y mucho. Es por eso que a medida que vamos creciendo, la piel se va poniendo más fuerte... en algunos casos hay cicatrices, heridas de guerra, pero cada vez está más curtida e imperturbable a los daños externos.
Asi no quisiera ser... a veces me da miedo dejar de sentir como la piel de un bebé, de expresarme genuinamente, de estar abierta a vos, por las veces que pasaron cosas que me hicieron sentir que si no me endurecía, podía terminar mal.
Perdón si en el intento de no salir lastimada dejo de ser lo que tanto te gustaba. Perdón a mí, por cambiar mi esencia, en lugar de buscar otra cosa que no me lastime.
Igual estoy aprendiendo, y cada vez me pasa menos. Ahora te cambio a vos, con un poco de dolor, pero no dejo que tu maldad lastime mi piel.

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